Cuando lo conoció mi esposa se llevó la misma impresión y a mi hija le sucedió otro tanto.
Conversar con él fue siempre un placer y escucharlo, sólo escucharlo, era una bocanada de aire fresco, un premio inmerecido para nuestros oídos.
Luego le perdimos el rastro, cambió de barrio, dejó Benimaclet y con algún esfuerzo volvimos a dar con él, por eso de: el que la sigue, la consigue.
Pero ahora otra vez se nos esfuma, algo así como la arena seca de la playa entre las manos, es una verdadera lástima, seguramente otros pensarán lo mismo.
Se va a estudiar a la periferia de Roma, Dunga - Dunga excluido, y salvo un hecho muy casual y casi milagroso dificilmente volvamos a verlo, pero nos quedará el maravilloso recuerdo de haberlo conocido y haber disfrutado de ese don que posee, más natural que elaborado, que es la palabra.
Desde MOMENTS, este humilde proyecto de vida con apariencia de cafetería, le deseamos la mejor de las suertes en su nueva experiencia, la cual descontamos que será más breve de lo normal ya que si algo nos consta que le sobra es capacidad.
Quizás nunca lleve un gran anillo en su mano, pero si un día lo llegara a utilizar podremos decirnos que tuvimos la suerte de estrechar esa mano y con eso ya nos resultará más que suficiente.
Aunque el negro es su color preferido de ropa, nosotros sabemos que realmente es DE COLORES y ese descubrimiento también nos llena de alegría.
Este fin de semana lo saludaremos quizás por última vez, en una fiesta muy especial con una comida muy especial, que por diferentes razones nosotros no podremos comer y será nuestra hija, en su nombre y en el nuestro, la que la deguste y luego nos cuente.
Para algunos es simplemente Raúl, para nosotros es el Señor sonrisa y así lo recordaremos.
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